CON CIEN CAÑONES POR BANDA
Entonces nos afirmaban que todo era memoria. Que todo entraba en ella para no salir nunca jamás. No me tocó más que un poco de aquello de ‘la letra con sangre entra’. Y se entendieran o no las cosas, había que memorizarlas, como se decía primero, o empollarlas, según se llamó más tarde. Tanto la tabla de multiplicar como el abecedario fueron muchas las cantilenas que tuvimos que declamar en cualquier rincón de la casa. Tanto enunciados como soluciones, provincias como capital