LA LUZ DE LA INOCENCIA
Cómo se echa de menos la luz de la inocencia. Quién pudiera ser solo un poco de lo sido, el niño que saluda y dice adiós, nervioso, al autocar de línea, el que intenta agarrar las bolas de mercurio, el que llora a escondidas porque teme la guerra, el que sube a los árboles creyendo que son sueños, el que escucha la mar y admira su paciencia. Aquel que se manchaba al comer los helados y caía a menudo al correr muy deprisa y rajaba las piernas con espinas y zarzas y se hacía bi