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Estoy aquí y percibo
la grandeza del día

CANTO GENERAL

Una región que se prepara para ser capital mundial de los versos que evocan el verdor de sus paisajes y la calidez de sus gentes, desde cualquier linde


Antes de irme, he de explicarte por qué te miro; he de decirte por qué te canto. He de nombrarte en cualquier linde, he de escribirte en todas partes: entre las olas de los océanos, sobre la inmensidad del mes de mayo. Te canto porque un día de la vida es muchísimo cuando quedan muy pocos, cuando el tiempo es escaso. Porque han enraízado mis brazos en los pliegues que arrugan tu noble geografía. Porque amo tus senderos, tus montes, tus parajes, tu suelo, tus atajos. Y, allá, en mi corazón, prendieron los aromas de tus eucaliptales, florecen en mis venas en cada primavera y barban los esquejes de tu verdor humano.


Te canto porque admiro tus gallineros rotos, tus yermas antojanas, los cofres y vaguadas donde guardas la bruma, la savia del verdín, el trino de los pájaros. Porque aún me cautivan tus cantares de chigre, tus nanas de castaño, aunque no nazcan niños, aunque ya no se juegue en boleras ni chozas, aunque ya no se mezan serones ni capazos. Porque no te mereces ni tanta soledad ni tanto alud ni tan poca atención ni tan pocos manzanos.


Te miro porque añoro las chimeneas con vida, las ventanas abiertas, las latas del aceite con dalias y geranios; añoro los tendales, sus prendas, sus sábanas muy blancas oreando azulete, los gallos que avisaban de las amanecidas, los potros galopando. Te miro y no quisiera aceptar el vacío que lastima mis ojos, me gustaría no ver lo que te está mirando: tus factorías de musgo, tus talleres de vértigo, tus térmicas de muérdago, tus obradores de óxido, tus molinos de paro.


Porque me duelen todos los espacios que habitas, los escombros que enseñas, las aldeas que lloran sobre sus propias ruinas. Me duele tu presente por los cuatro costados: tus fraguas de quietud, tus minas, eco adentro, tus depósitos viudos, tus rosas de fracaso, tus palacios en huelga, tus jóvenes proscritos, tus bosques jubilados. Te canto porque jamás quisiera que murieras del todo. Porque nunca quisiera que murieras jamás. Por eso ahora te miro. Por eso abro la voz, pongo tu nombre en alto: Asturias, región grande. Por eso he de nombrarte. Por eso he de escribirte indefinidamente. Asturias en el viento. Asturias sobre el agua. Asturias en la luz. Por eso te pronuncio y me ahoga una pena como de flor de orballo. Por eso hoy te canto.


Fuente: La Nueva España, 6-02-2021


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