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Estoy aquí y percibo
la grandeza del día

Necesitamos divinidades: UNA MITOLOGÍA (Seres y mitos del norte)



Necesitamos diccionarios de términos bellos e ilusiones en desuso. Índices de lo que somos y de dónde venimos. Volúmenes que nos expliquen los estrechos caminos de la existencia y nos justifiquen los altibajos de la dicha y lo absurdo, de la necedad y el acierto. Necesitamos divinidades que sigan alentando nuestro día a día con su soberanía y el vaho de sus artes mágicas. Dioses de cuyos ojos descienda la lluvia y de cuya melancolía se genere la nieve y su blancura. Seres extraordinarios con el océano en sus manos y las largas temporadas del olvido en su mirada. Con el color del ocaso en su respiración y el carácter del trueno en sus convencimientos.


Es necesario abrir bien los oídos bajo la alta noche, con mucho empeño, y escuchar, en silencio, las muchas vocecillas que nos encienden la luna y nos colocan, una a una, las estrellas; diminutos seres inmortales -Trasgu, Patarico, Xana, Zamparrampa…- que se encargan de dar fosforescencia a las luciérnagas tenaces y de engarzar nuestros destinos en los vilanos de la fascinación y de precisar el ritmo de nuestros corazones.


No podemos perder de vista la sabiduría de los antiguos ni la grandeza de los mitos, porque en ellos están las claves del éxito y de la insatisfacción, la recompensa de la victoria y el castigo del desacatamiento. En ellos, en los personajes divinos y sus avatares, se forja todo lo nuestro, el enigmático asunto y trasunto humanos. Por todo ello, gracias, mitos y antepasados.


Aurelio González Ovies

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