(A todos los que compartimos bachillerato)
No lo hicimos tan mal aquellos, entonces, jóvenes que viajábamos a diario desde Antromero, Verdicio, Vioño, Valliniello, Heres, Perdones, Endasa, Podes, Laviana, Viodo, El Ferrero, Bocines, Cardo, Ambiedes…, camino del instituto. No lo hicieron nada mal todos cuantos dedicaron sus esfuerzos y destreza, su empeño y su autoridad a enseñarnos lo correcto, a empujarnos a la vida, a esbozarnos un camino, a labrarnos un futuro. Porque aquí estamos nosotros, aquellos, entonces, jóvenes que, sin saber hacia dónde, avanzamos, poco a poco, hacia un destino acertado, hacia una meta cualquiera, dando los pasos seguros.
Isabel, Manuel, Milagros, Pedro, Andrés, Maruja, Ana, Cristina, Carmen, Genaro, Florinda, Victoria, Julia, Pepa, Botamino, Chefi, Horacio, Eufemia, Mercedes, Lina y un amplio etcétera, muchos. De algo sirvió su palabra en aquellas aulas sobrias, en aquellos años grises, en aquel tiempo de cambios. Algo mereció la pena. De algo valió su discurso, por más que aquellos, entonces, adolescentes incautos renegáramos y, a veces, prefiriéramos saltarnos las clases a la torera para estar en el Misuri o en Casa El Aldeano
o en El Marino o, sencillamente sentados, mirando el mar, sobre el muro. Algo prendió en nosotros de su gramática y verbo, de su proceder sensato, de su visión de la historia, de sus lecturas y cálculos, de sus fórmulas y números.
Petri, María José, Carolina, Carmen, Montse, Néstor, Belarmina, Dioni, Ángel Carlos, Celeste, Marta, Jorge, Antonio, Moncho, Flori, Ana, Busto; y un etcétera extensísimo. No lo hicimos mal del todo, cada cual, desde su mundo, desde su casa o su tienda, desde su oficio o sus sueños, desde su taller o centro, desde su ahora y sus triunfos. Desde aquella despedida, abril del 82, cuando estallaba la guerra de las Malvinas y, alegres, ajenos aún a lo cruel, marchábamos a Mallorca; nuestras últimas jornadas y el primer viaje de estudios. Y a partir de ahí los cruces, la bifurcación, la suerte. A partir de ahí, la trama de la fugaz existencia, el trayecto individual, sin más rodeos ni preludios.
Algo aportamos a cuantos vienen detrás y algún día encontrarán una huella de nosotros, la flor ya un poco marchita que pretendió no apagarse antes de dejarles fruto. Algo no salió tan mal. Aquí estamos y seguimos. Algo resultó fecundo. IES Cristo del Socorro. Secretaría, calor, colas, papeles, incógnitas, miedo a lo desconocido. Pilar, Pepe, Marcelino. Junio del 78. Matrícula formalizada. Qué largo parecía el rumbo.
Fuente: La Nueva España, 30-05-2022.
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