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Estoy aquí y percibo
la grandeza del día

No antes que yo



Soy yo más débil,

no te me vayas.

Necesito tus manos

y el vaso de agua;

tu vejez difundida

sobre mis sábanas,

tu voz como el café

de las mañanas.

Quédate siempre,

que me haces falta

para abrirme la luz

de las ventanas,

para cerrar las tardes

de invierno, largas.

Siéntate aquí,

en nuestra casa,

entre la paz del fuego

y mi mirada. Siéntate, ya sabemos

no decir nada,

ya nos une el silencio

como palabra. Quédate siempre

sobre mi almohada,

junto a la oscuridad,

como una lámpara;

donde mis sueños sueñan

porque te abrazan.

Aquí, agarrada a la vida

de esta tu asa,

sosteniéndome así.

No te me vayas.

(Del poemario Entonces)

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