Los poetas, si existen, conocen el pasado del agua y de la brisa. La premura de su naturaleza. Frecuentan el dolor y la esperanza. Los poetas, si pueden, sangran sobre las rosas. Hablan por las caléndulas y los albaricoques, transmiten su bondad, anuncian su grandeza. Invierten su silencio en la salud del cosmos, en buscar equilibrio entre el tiempo y la nada, entre el frío y la nieve. Ellos sufren en todo lo que late y respira. Sufren por la madera de las barcas que pudren y