AQUELLA DICHA
Ahora reconozco aquella dicha. La dicha es muy sencilla, necesita muy poco, no exige ni abundancia ni exquisitez alguna ni tampoco boato. Un domingo cualquiera, una tarde cualquiera de aquellos ingenuos años. Padres, volved por un momento, seamos un instante los que fuimos, aunque al abrir los ojos ya no seamos. Venid desde esa extensa lejanía, preparemos la cesta y volvamos de nuevo a merendar al prado. Llevaremos visera, fiambrera y tortilla y vino con casera y filetes de c