Estos versos son quizá la forma que la Yasmina tímida, insegura, comedida y contenida que soy cuando me bajo del escenario -el único lugar probablemente en el que me siento segura y a salvo de mí misma y de mis miedos- son la forma, digo, que he encontrado para rebelarme y revelarme. La única manera de cerrar el enorme paraguas bajo el que me había estado refugiando durante tantos años. Porque es ya el momento de salir a la lluvia, de mojarse, de meterse en este charco de la vida con todas las consecuencias. Y de hacerlo antes de que sea demasiado tarde.
Yasmina Álvarez Menéndez
Eres nostalgia de pueblo, Yasmi,
del musgo y las piñas secas,
del almanaque colgado en las paredes
desnudas,
y ese retorno a los días y a los seres primigenios
no es una vuelta tan solo
por recordar lo pretérito,
es una afanosa búsqueda;
un regreso que persigue
replantearse el alma,
recobrar el equilibrio
que se ha perdido entre el hombre
y el hombre mismo
y el hombre
en comunión incesante con el árbol y la lluvia,
en convivencia pacífica, con la harina y el esfuerzo,
con los higos y las mulas.
Aurelio González Ovies