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Estoy aquí y percibo
la grandeza del día

Palabras del poeta en la presentación del álbum ilustrado “Bolso de niebla” de Mª Rosa Serdio



Cada día intuyo con más nitidez que el corazón que crece escuchando poesía se hace adicto a la belleza y más corazón y, aunque sensible eso sí, mucho más resistente y más fortificado contra los ataques del día a día. Por ello no me cansaría de repetir que los mayores necesitamos libros para vivir otras vidas, pero los pequeños necesitan libros para nutrir los primeros años de la suya y la de ese niño que todos llevamos dentro para siempre, porque es el alimento más precioso para nuestra psique y nuestro mañana.

Y por eso hoy estamos aquí, porque la poesía es una luz que nos permite percibir la niebla desde otra latitud y porque esa luz de la poesía es un Bolso insondable, generoso y desinteresado, en el que podemos derramar todos cuantos obstáculos nos echen la zancadilla o cuantas incertidumbres nos asedien y cuanto en sueños queramos invertir. De él podemos extraer inspiración salva-obstáculos o chispas de superación, o canicas de valentía o viento de comprensión.

En las concavidades de este bolso de la poesía, bien lo sabe Rosa Serdio, caben, con su tono confidencial y amigable, cuantos valores morales desprenda el que escribe o la cantidad de afecto que esperamos o poseemos como seres humanos. Amor en verso y ramas de ilusión. Y en este Bolso relucen esas lentejuelas desde las primeras entregas: amor a la palabra y amor a los demás. Amor a las letras y amor a la esperanza. Porque la poeta está al corriente de que la poesía en sí misma es una manifestación de amor y para el amor y así lo expresan estas acertadas estrofas:

Si fuéramos mariposas, poco duraría el olvido… Subiría por el aire y bajaría contigo.

Cruzaríamos el puente, llegaríamos al río, en una armónica danza mientras durase el estío.

Sobre la col de la huerta gozaríamos del sol, en un abrazo de alas viviría nuestro amor.

Pero solo somos niños, niños de vuelo y arena, y como dos mariposas vamos juntos a la escuela.

Sobre el campo de las letras aprendemos del color, leemos a Federico… ¡Y soñamos nuestro amor!

La poesía, para todos los públicos, debe ampliarnos la percepción del mundo y transmitirnos su grandeza, con multitud de opciones para interpretarla y reinterpretarla. Rosa tiene maña para atraparnos con unos poemas donde armonizan y se complementan valores sociales y valores literarios, y unos poemas que emergen siempre de lo concreto, pero nos abren ilimitadas puertas a conceptos y experiencias. Hay en ella una inflexión llana, al alcance de todo el que lee, y otras vetas de significado para un lector más avispado y ducho.

Sus poemas son un continuo guiño a los niños, un sólido compromiso con ellos en un viaje cómplice por todos recovecos de la poesía y su gramática, porque hay en este libro de poesía mucha poesía con mayúsculas, en la que late un gran bagaje de cultura y muchas horas de escuela. Todo está junto a todo. Con idéntica categoría y ralea: hay imágenes coloquiales y animismo en las rimas y hay ecos de la tradición oral y hay polimetría y un ritmo muy cantarín y atrayente. Hay técnicas para llamar la atención sobre el poema y brujas y tesoros, hay regalos y consejos y cucuruchos de ideas. Y poetas y dolor caramelizado. Hay, como en un almanaque cotidiano, primavera y lluvias, abrazos y abrigos, relojes y escuelas, suspiros y amapolas. Y muchos ingredientes para memorizar, otro de los aspectos imprescindibles para engrosar la imaginación y para formar a seres lo menos ofuscados posible en un futuro. Y mucho condimento también para enganchar y escudriñar con y en el lenguaje, porque este Bolso de Niebla porta escondido un aguijón para avivar entendimiento y sentidos, para aficionar a la sonoridad de los vocablos y su colocación certera en el verso. Cada composición es una invitación al vuelo de las escobas mágicas de la literatura. Cada verso, un fleco de abracadabra cultural.

Por eso también en este Bolso de niebla transpira una confirmación de que lo fantástico no es contrario de la realidad, sino que es sólo una representación de ella muy abundante en significados. Todo el libro es en sí mismo un ir y venir de la realidad y la fantasía, un juego, que es la ocupación favorita en los años de infancia, pero un juego que instruye, en unas ocasiones con cadencia de acertijo y con modulación afectiva y cercana en otras. La autora sabe perfectamente que el espíritu inventivo y la intuición desempeñan un papel importante en la creación y que la creación es por antonomasia generadora de ilusión y optimismo. Rosa, y me apropio de sus palabras, también imagina y edifica, por si pudieran emularla y con esa imaginación que crea incita en muchas páginas a “hacer sopa de magia”, a “abrir libros secretos”, a “poner migas al porvenir”, a cursar “cursos de magia y justicia”…, en definitiva, a alimentar con fantasía la realidad que nos rodea; con quimera y con un diseminado y buen estilo, pues no faltan intencionadas anáforas ni exclamaciones entusiastas, ni metáforas muy francas, ni enumeraciones dicharacheras. No se ausentan discursos y códigos variados, concatenaciones bien didácticas ni elipsis compinches ni, en fin, el arma de la palabra para invocar la paz, la admiración por la naturaleza, la ponderación de la amistad o la fe de la propia autora en la necesaria literatura.

Un libro de poemas tanto para mayores como más pequeños, aparte de respeto y profundidad de sentimientos y conjuros hadapadrinos, ha de contener mentiras verdaderas y verdades un poco mentirosas y aquí las encontramos por cualquier renglón, y muy bien engarzadas en esa espontaneidad que los pequeños explayan desde que nacen. Todas las piezas de este Bolso, sencillas y gozosas, escritas con sílabas claras y solidarias, guardan la frescura con la que, en su día, descubrimos lo maravilloso, la autenticidad que provoca lo inesperado o lo extraordinario, porque son poemas aparentemente ingenuos, pero esa naturalidad estimula y llama, transmite y fortalece la capacidad de asombro ante la vida, unas veces contándonos cosas, otras cantándonos casos y casi siempre aleccionándonos con impresiones.

Un libro de poemas, y termino en breve, encierra tantas lecturas como queramos, pero importan sobre todo la del niño atraído por la irrealidad y la del adulto ensimismado aún con la fantasía, pues es la fantasía antes y después la que nos permite dar formas sensibles a las ideas y alterar nuestro universo tanto como y cuando queramos. Y la que nos posibilita trastocar el mundo que no nos satisface y cambiar las penas por sonrisas y fantasear con los deseos y rimar los desengaños. Es decir, poesía e imaginación, entidades las dos muy por encima de nosotros, que nos elevan y redimen y nos adentran en un infinito hecho a nuestra medida, a tenor de la magnitud de nuestras aspiraciones y así… la vida es menos áspera, en opinión de Rosa:

Uno se sienta en la cima del mundo y ¡recita! Entonces no hay tormentas ni cambios de estación ni apenas cielos grises. Hay naves sobre el tiempo, cernícalos que atisban, libélulas vidriera… Desde arriba, a vista de cigüeña, la ciudad es más sabia, la vida menos dura… Luego, enrollo mi voz en ovillo de versos, desciendo hasta la acera y me voy a mi casa. ¡Y nadie nota nada!

En definitiva, todos estos componentes tatuados por la mano, también mágica, de Julio Antonio Blasco, cuyas estructuras increíbles y sus itinerarios vierten en este bolso un cosmos paralelo, enriqueciéndose, bolso de puntadas leves y trazo de colorido quimérico, muy recíprocamente. No lo duden, bajo estas tapas duras de Bolso bien forjado empieza un trayecto de emociones y derechos humanos, habitado por sorprendentes ilustraciones. Metan la mano en él y quédense con la impresión que más les impresione.

Fotografía: Isabel Lobo

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